La amistad y los negocios son una pareja con un futuro incierto. Pero como en todas las relaciones, se pueden salvar obstáculos. Sobre todo,cuando por una bendita casualidad, dos personas logran entenderse, sin importar si el papel de uno es el de cliente y el de otro el de jefe.
Claro que no es fácil que estas historias lleguen a buen puerto. Es como creer o no en el amor verdadero. De hecho, en marketing siempre se dijo que un cliente es un amigo. ¿Y si como en muchas relaciones, empezara regular y con el tiempo se entienden a la perfección? ¿Eso es bueno para una relación profesional? Definitivamente sí.
No entiendo a este cliente, primera etapa
Esta fase es por la que pasan muchos jefes o freelances. Ese cliente le despierta cierta simpatía y a la vez, quiere que lo fulmine un rayo. ¿Acaso no sucede con los amigos o con conocidos?
Es fácil encontrar a personas que hablan mal de sus clientes, sin embargo en las reuniones los adoran y dejan de lado sus pensamientos y sentimientos reales.
Y no hablemos de cuando un amigo se convierte en cliente y desea que trabajes gratis para él, pero eso es otra historia.
¿Merece la pena trabajar con este cliente?, segunda etapa
Pasan los meses y la comunicación es más fluida. Ello puede llevar a dos escenarios: que nos guste trabajar con esa persona o que empecemos a ver defectos que impiden que el trabajo se haga con gusto.
¿La culpa es siempre del cliente? ¿No será que hay que saber primero ser tu propio jefe? También sirve para aquel que está frente a una pequeña empresa. ¿No te salen los números? ¿Entonces, por qué no lo dejas?
Lo que no se puede vivir es una relación bipolar, donde un día amas a tu cliente y al otro, le detestas. Eso es el fin de cualquier relación. Y se da con frecuencia, con demasiada frecuencia.
Me gusta como persona y como cliente, tercera etapa
Siguiendo con el ejemplo de una relación amorosa, hay personas que se conocen toda la vida, pero no se dan cuenta de que sienten algo más profundo hasta que pasa un tiempo.
Observar las cosas con perspectiva, lo que has vivido, tu forma de pensar, poseer capacidad para la autocrítica, la empatía, son factores fundamentales para reconocer que el otro, quizás sea mejor cliente de lo que pensábamos. Y de hecho, estamos dispuestos a saltarnos algunas normas y a hacer caso literal del lema: un cliente es un amigo.
La comunicación sincera era la clave, cuarta etapa
Y así, con comunicación. Con educación y diálogo sincero, es como aflora finalmente esa historia de ‘amor’ entre dos personas que trabajan juntas. Porque han logrado con el tiempo, algo complejo: se han dicho sus fallos a la cara y eso ha sido el primer paso para que esa relación laboral dure muchos años.
¿Eres sincero al 100% con tus clientes? ¿O prefieres continuar trabajando con ellos a pesar de no comulgar con sus ideas o forma de ser? Siempre puedes decir no y buscar a otro. Porque al final, el trabajo que no se hace con motivación, se hace mal.
Cortesía: PyMes y Autónomos