Muchos pensamos que el inicio de un negocio está en la idea, pero el porcentaje de PYMES que fallan en su primer año es indiscutible. La necesidad reclama como suya la respuesta como primer paso.
Originalmente se tiene en mente que un negocio comienza con una buena idea, así la persona planea su siguiente paso, realiza un presupuesto, invierte y busca los recursos necesarios. La idea les gusta a todos, pero nadie está dispuesto a pagar. ¿Qué sucedió?
Si bien como todo proceso administrativo, se necesita realizar una planeación puntual para entregarles a los clientes y al mercado un servicio o producto más determinado.
Existen teorías modernas que refutarían lo anterior como la de Lean Startup de Eric Ries, que defiende la creación de prototipos sencillos que se lanzan al público para que este pueda co-crear y darse lo que necesita. Permitiendo dejar a un lado los estudios tardíos qué según la teoría, pueden no servir de mucho.
Es verdad que no todos los nuevos productos o servicios necesitan de grandes estudios para ser llevados a cabo, pero también se puede decir que teorías como estas son algo lejanas y divergentes.
Regresando al punto de partida en el que se cree que un negocio inicia con una idea, es refutable, ya que el primer paso puede ser una necesidad. Muchos de los emprendedores cuando tienen la idea se enamoran tanto de ella que no la suelta, impidiendo que otros opinen y modifiquen.
Tal vez esta sea la razón de que en su primer año el 70% de las PYMES fallen, debido a que sólo tuvieron una idea, que tal vez buena pero que no cubría una necesidad.
Aquel emprendedor real debe mirar a su alrededor y descubrir las necesidades del público meta, no sólo se trata de lo que crees o piensas.