Cuando el cliente es el rey pero no lo sabe
Topar con un cliente que se anticipa a todo. Que encarga un proyecto y al día siguiente te pregunta cómo va, es habitual. Es ese tipo de persona que quiere las cosas para mañana y bien. Y cuando las tiene aún se queja si no han salido a la perfección.
Por otro lado, está el cliente temeroso. El que habla mucho pero no suele dejar las ideas claras para que empecemos a trabajar con él. Hay que someterlo a un tercer grado donde obtener información relevante es una odisea. Es el rey pero él no lo sabe.
Generar un clima de confianza
Los clientes no son iguales. Tal vez se puedan agrupar por algunas características pero a pesar de ello, siempre hay excepciones y con ellos hay que aplicar mucha psicología y paciencia.
Les cuesta hablar de sí mismos y tienen buenas ideas pero no les gusta ser el centro de atención.
Esa opción es válida pero si se trata de un cliente que nos ha contratado para crear una página web sobre él o para realizar una campaña de su negocio y huye de los focos, Houston: tenemos un problema.
Cuando la humildad puede ser una virtud y a la vez un obstáculo
Cuando una persona es prudente pero su trabajo necesita de una dosis de visualización en las redes sociales y una presencia en Internet, hay que convencerle de dos cosas:
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- Hablar de uno mismo no es sinónimo de egocentrismo
- Compartir sus logros no es ser presuntuoso sino necesario
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Es complicado generar ese clima donde esta persona sea consciente de que ahora le toca ser el protagonista porque el cliente, su cliente querrá conocer ese lado más humano y quizás personal porque así lo requiere ahora el mercado.